NUEVA REVISTA

Incluye un autógrafo de Juan Ramón Jiménez que dice:

A
Nueva Poesía,
Sevilla,
con mi enhorabuena
y mis gracias

J.R.J.
1935


2-3 NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1935

PRECIO
0,50 PTAS



SUMARIO:

Juan Ramón Jiménez El ritmo

José Antonio Muñoz Rojas El suicidio de un jesuita

Carlos Gallegos Interpretación de la Andalucía Clásica (dibujo)

Rafael Laffón Dar fondo, Despertar

Rafael Manzano Romancillo de la niña de anís
Manuel Diez Crespo Paraíso de ahora

Francisco Infantes Florido Creación

Adolfo García Poema

Antonio Aparicio Errere A la sombra del amor (II Ensueño logrado)

José Mª Hernández-Rubio Recuerdo de noches blancas

Juan Ruiz Peña Elegía

Juan Sierra Tarde mínima

Luis F. Pérez Infante Rosas del campo

Rogelio Buendía Flora y fauna de Primavera portátil

J. Arcensio A contrapunto

Ignacio Jiménez Avatar

Critica.
Polémica.


EDITORES:

JUAN RUIZ PEÑA
LUIS F. PÉREZ INFANTE
FRANCISCO INFANTES FLORIDO


REDACCIÓN:
GRAVINA, 12
TELÉFONO 28521
SEVILLA

 

EL RITMO

VE donde la aurora
te diga, y la tarde
te acojerá.
El poniente, alegre,
da al fulgor cumplido
oro inmortal.

(¡Rutas ordenadas
por la paz contenta
del andar fiel.
Canta la esperanza,
la caridad vuela,
ríe la fe).

Nuestra mano tiene
la única, llave
del gran jardín.
Abre el paraíso
y nada más cierra
que su morir.

(Inédita, 1921)

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

 


EL SUICIDIO DE UN JESUITA

1
El horizonte era un personaje vestido casi siempre de rojo. He dicho vestido y la misma miss Horseback que se acostaba con él todas las noches no podría asegurarlo. Le decía:
-Espera que me desnude,
pero ella lo veía venir exactamente como se fue. Unos días más rojo, otros más pálido, unos con impermeable y botas de agua, otros con zapatillas y batín anaranjado.
Una vez se atrevió miss Horseback a preguntarle por su cuerpo. Nunca lo hubiera hecho. Hasta entonces no se había dado cuenta, de que él -el horizonte- no tenía cuerpo, y de que eran inútiles aquellas nocturnas advertencias.
¿Entonces qué soy yo?


2
-¿Nunca pensaste en el negocio de tu salvación? le preguntó el jesuita.
-No padre -contestó el horizonte.
-¿Cuántos años tienes?
-No lo sé a punto fijo, padre. Deben ser muchos. Probablemente nunca tuve padres.
-!Desgraciados! Y en cuanto a ti, ¡qué de tiempo perdido!
- ¿No se puede hacer nada, padre?
-Ya veremos. La fe una vez perdida, difícilmente se recobra. Sin embargo todo sea que Dios te dé su gracia.
-¿Dónde hay que ir por la gracia, padre?
El Padre se sonrió.
- La gracia- prosiguió mientras tomaba un polvo de rapé- está en nosotros mismos. Recuerda las palabras del Evangelio: «donde está vuestro tesoro, está vuestro corazón». Es una vena que es necesario alumbrar. Luego brota abundantísima, y nos inunda y nos desborda. Ven mañana, hijo.

3
El horizonte salió contentísimo de la entrevista. Se veía a sí mismo como un cerro pelado, un cerro sin más que aulagas y matagallos, y luego de pronto herido de una lanzada larga y fina de lo alto, que brotaba de su yermo una fuente, y todo el cuerpo se le llenaba de álamos, de aves y de... No se atrevía a pensarlo. La pobre miss Horseback se pondrá tan contenta. ¡Qué buena era miss Horseback aquella tarde del mes de mayo de 1565!
Helo aquí transformado en vergel. Saldría y se sentaría al pie de un álamo. Pronto vendría miss Horseback. Entretanto, él sentado al pie del álamo, nadaría un poco en el golfo de su felicidad.
Llegó y se sentó. Cerró los ojos y permaneció así unos momentos. Luego se levantó y se preparó a arrojarse al agua. Esta vez no se acordó de desnudarse. Había en el fondo unas velas y a derecha e izquierda rocas cubiertas de vegetación. Pero los árboles eran rocas vivas, vida de la piedra levantada. El horizonte se tiró al agua ¿Estoy en el mar o en el cielo? Nadaba en el cielo. El cielo está compuesto de unos materiales que no ofrecen resistencia y que sin embargo sostienen.
A él no le importaba eso. Quería solamente olvidarse. No tener más vida que el estirar acompasadamente y piernas, torcer el cuerpo como sintiera una tuerca enroscándose cada vez más en el azul. Lo demás no era él. Él era el mar sin límites. De pronto vio al P. jesuita en la orilla.
-¡Padre! ¡Padre!
El jesuita lo saludó discretamente con la mano.
¡Un jesuita junto al mar! ¡Un jesuita junto al mar ¿Dónde iría?
-¿Dónde va V. P.?
-Me embarcaré dentro de unos instantes al lejano Cipango.
La palabra Cipango culebreaba por la cabeza del horizonte. Cipango, Cipango. La voz del P. era una cintilla ondulante como la de las gorras de los marineros. Cipango, Cipango, ¿dónde había él leído algo parecido? Su vida tuvo ahora dos direcciones. Aquel estirar y encoger inconsciente y ese nuevo zig-zag de la palabra en su cabeza.
-¿Qué se le ha perdido allí?
Toda la respuesta fue una sonrisa. Unas graciosas gaviotas lo dieron a entender.

4
¿Qué había sido en tanto de miss Horseback? Fui a buscarle al vergel. No estaba debajo, del álamo. No estaba en ninguna parte. ÉL la vio ir y venir. Intentó llamarla, hacerle algunas señas. No pudo. Se había reducido a movimiento. Una ola más--pensó. ¿Qué me importa a mí miss Horseback, que tenía unos omoplatos durísimos, un durísimo amor? Como el destino de miss Horseback no podía ser otro que morir buscando a su amante se fue decidida al borde del acantilado. El mismo álamo la vio caer irremisiblemente como en un gran pecado en el golfo de la felicidad. Cayó irremisiblemente pero fue a dar en los brazos del horizonte.
-¡Amor mío ¡
-¡Ellen! ¡Ellen!

5
¿Sabes, Ellen, lo que me dijo el P.? Que el negocio de mi salvación se complicaba.
-Vámonos a dar un paseo.
Salieron y se dirigieron a un parque. La noche estaba calurosa. Se sentaron en un banco; a poco se levantó Ellen para desnudarse. Se iluminó la oscuridad con el resplandor del cuerpo desnudo. Asimismo se despertó un diálogo de rumores alrededor. Algo invisible crecía.
-Huele a magnolia, huele a magnolia.
-¿No notas que la noche está queriendo salirse de sí?
Era verdad. Aquel resplandor del cuerpo de Ellen había turbado la noche. Se puso completamente blanca como si fuera a cometer una mala acción. Algunos árboles piadosos se llevaron las manos a los ojos. El horizonte se levantó también. Había adoptado una resolución heroica.
Tan negros eran sus designios que de nuevo bajó la oscuridad.
-Me hace daño. De nuevo oscurece -dijo Ellen.
-«Ce n'est que la premiere gorgée qui coúte.»
Ellen no comprendió pero lo vio avanzar hacia ella.
-Es como si en todo el pecho me crecieran montes altísimos. Como sí todavía el pecho fuera mayor.
Ya no hubo tregua. La noche sacó la navaja de la liga y apuñaló al horizonte. Quedó su cuerpo tendido junto al agua, que fue lavando las heridas. Ellen recogió su ropa y siguió desnuda y silenciosa a la noche.

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS



DAR FONDO

Dar fondo con el día -sólo el fondo
de piedras de verdad edificada-.
Sobre lo cierto ya la luz define,
que me ha varado el Sol en un concepto.

Mandato de la luz con vara alta,
por el amor de Dios y el agua pura.
Entrada por salir. Darme de plano
al afirmar las voces de mi pleno.

Yo estaba al cabo -de la calle y fondo-,
que me cayeron ancoras en gracia.
Así al dar fondo -con pasión de día-,
me vi cogiendo el cielo con las manos.

 

DESPERTAR

Como un brazo de mar iba
tan fornido -el arma al brazo-.
Lenguas de tierra me hablaban.

A heridas de ciclo abierto
y noches de puerta oblicua
el quién vive ya he gritado.
Como un brazo de mar iba .

Despertar. Aires punteros
de agujas de mis cristales
-al hilo aguja y palabras-,
sonaron piedras de toque.

Talones de acento agudo
dí a noches con mal de piedra,
asentando el Filo al alma.

Y por escalas cerradas
-imposibles de lo inmóvil-,
a pie firme en puente y árbol,
pasé sin voces ni votos.

Despertar. Romper el día
en canto -rueda a mis filos-,
y puntas que estremecieron
santo y seña de esperanza.

RAFAEL LAFFÓN

 


ROMANCILLO DE LA NIÑA DE ANÍS

Madre, ya la niña
de menta y de anís,
que me quiere dice,
y se burla de mí.
Madre, son sus ojos
de flor en abril;
son sus manos finas
de luna y marfil;
con las azucenas
el blanco jazmín,
se viste de luto
al verla venir.
Madre, la fontana
no quiere reír.
Sus perlas sonoras
no pueden oír
la voz de la niña
de menta y de anís.
Su pelo con cales
a la noche, el fin
le da con sus oros,
la alondra, dormir
no puede en su ausencia,
en sus manos, sí.
Madre, yo me siento
que voy a morir,
porque ya la niña
de menta y de anís,
que me quiere. dice, y se burla de mí.

RAFAEL MANZANO

 

PARAÍSO DE AHORA


Llévame hoy sombra,
Que no soy nada...

Dulce es mi llanto y sosegado el aire;
Todo en el mundo es sueño,
y yo, solo y sin nombre,
Por el mar llevo muerta la alegría
De ser y renovarme.
Capas de eternidad cubren mis años,
Oscuros de inocencia y desencanto.
Lirios de niebla brotan de mis ojos
Y vuelcan sus cenizas sobre el viento,
Como escarcha de un cielo ya ignorado,
Ciego en el aire seco del olvido.

¡Solo y sin nombre!
Por entre madreselvas de penumbra,
Suben los siglos de silencio y sangre,
Voces de mármol y cadenas de agua
Un torbellino desvelado y triste.
¡Oh!, qué salud amortajada en vida,
Qué nostalgia más virgen ésta mía,
Qué sanos resplandores apagados
En esta soledad de aurora y nieve...

Yo siento en mi el Destino,
Clamar con ansia de cumplir su suerte.
Sin apariencias de sabor ni muerte,
Un mundo nuevo abre sus pisadas
Con un canto sediento de alegrías.
Yo pienso en mí, en la morada oculta
Donde las almas juntan sus suspiros.
Yo pienso en la ilusión de aquellos labios
Que no supieron pronunciar palabras,
Ante una duda penetrable y cierta,
Y espero abiertamente la existencia,
Como el valle, que tendió su verde sueño
Sobre el monte estrellado de infinito.

II
Una mano de estrellas me cogía...

Se hizo carne el deseo de reposo
Dormido en aires de dolor y llanto
Y una forma de gozo, desplegada,
Vivo ramal de incienso, me envolvía.
Surgí de nuevo; ¡ay!, qué voz tan clara,
Esta donde nació mi sepultura,
Donde las aves todas me cantaron
Himno de plumas y gorjeos de viento
Herido en el origen de mi sangre,
Todo un clamor indiferente y vago
Extendía sus nubes por mi sueño.

¡Qué sentido mortal de mis anhelos!
La trasparencia dulce del reflejo,
De esto que soy y que seré en el tiempo,
Se me ofrece ligera y sin retorno
Como una juventud de llamas muertas.
No sé si el universo que me acecha,
Pide mi alma o sólo el cuerpo incierto.
No sé, si confundido con las aguas
Podré pasar mi soledad perdida.
Hay un hondo pesar en mi destierro
Que hace brotar la espuma de los aires,
Y un corazón inquieto que se agita
Que no sé si es el mundo o soy yo mismo.
Canto el saber que existo.
El llanto, como el beso, es un misterio
En esta plataforma de silencios.
Sólo el arcángel sabe, Antes que lunas somnolientas, vagas,
Ignorasen sus pálidos designios,
Que un horizonte de memorias bruñe
La superficie opaca de los mares,
Y que un sabor de albas, solo deja
El acercarse a limites eternos.
En amorosa tierra refugiado,
Solo mirando esta conciencia plena,
Exactamente las palabras nacen,
Como juncos de Dios, en mis riberas...

El humo de una música reciente,
Se esparce por mi pecho indefinible:
¡Salvación del presente!, rosa cierta,
Clara corriente, abierta a las tinieblas.

MANUEL DIEZ CRESPO

 

CREACIÓN

Viento de ardor
ola de amor
(J.R.J.)

A Miguel Gálvez Egea

Sol y aire, aire
y sol, aguas del remanso,
álamo mayor:

No cortéis mi vuelo
levantado.-¡ El Sol!--

Dejad que me eleve
al viento mejor;
dejadme el aroma
del almendro en flor.

Sol y aire, aire y sol,
agita de alborada,
nubes de algodón:

No cortéis mi anhelo
de ser otro «yo».

Dejad que me abrase
en ola de ardor
dejadme en el fuego
-creación- de amor.

F. INFANTES FLORIDO

 

POEMA

La noche es una negra
medio desnuda,
barniz y estatua en ansias,
pecho en blancura:
¡la luna!, nido en árbol
de cielo- curva
de revolcar las aves,
aves de luna:
¡estrellas!: son espíritus
de cirios; uvas
a chorros de su vino
asma de pluma.

ADOLFO GARCÍA

 


A LA SOMBRA DEL AMOR

II. Ensueño logrado

Ya entre mis brazos: ¡Mía!
Escapada del aire
que cercandote sueña
acariciar tu talle.

Con gris palpitación
de amor, se va tu carne
esponjando en la última
tibieza de la tarde.

Mi alma hasta tus ojos
conducida, no sabe
adueñarse el sosiego
que brinda su paisaje.

Y dormida en ternuras,
sueña, presiente, invade,
un recinto indolente
no soñado por nadie.

ANTONIO APARICIO ERRERE



RECUERDO DE NOCHES BLANCAS

Ya está durmiendo...
Y por la ventana clara
un rayo de luna choca
con un óvalo de nácar,
que entre lienzos
y anillos de oro
tiene una boca pintada,
y dos perlas que se asoman
a dos fuentes
azuladas.
¿Qué le pasará a
las perlas
que se salen de las
aguas?
Buscan la luna
y su luz,
recuerdo de noches
blancas.

JOSÉ Mª HERNÁNDEZ-RUBIO

 

ELEGÍA

A Victoria Ferrando

Eras la misma: tú;
De amor, sombra soñada,
Vestida de morado,
bella, delgada, pálida.

En el ensueño fijo,
Cristal de tu ventana:
La noche florecida,
Damas de noche blancas.

¡La luna de tu alcoba
Con mi sombra enlazada!

JUAN RUÍZ PEÑA

 


TARDE MÍNIMA

Ni siquiera un oro claro
enlaza estos olivares
ya casi crepusculares
al fondo en abismo. Raro
descuaje total. Avaro
de fina unidad sin mancha,
gentilísima avalancha
de los términos precisos.
Sin horizontes ni frisos
¡Cómo el espacio se ensancha!

JUAN SIERRA

 


ROSAS DEL CAMPO

A Lolita Millet

1
Viene la aurora
con rosas de amapola.

El atardecer,
con rosas para el te.

El lunear,
con rosas de azafrán.

2
En los frescos trigales,
rosada la aurora,
tus pétalos abriste,
Rosa de Amapola.

Sangre de tus entrañas
inunda el trigal
y nace de tu vientre
blanquísimo pan.

Por los rojos senderos
del atardecer
rasgaste tu corola,
Rosita de Té.

Crema de pastelillos
de tu sangre sale,
pálida al débil beso
del sol de la tarde.

A la luz de la luna
del verde pinar
abriste tus magnolias,
Rosa de Azafrán.

Leche de tus pezones,
espumosa y blanca,
fija mis vagos sueños
en la noche clara.

LUIS F. PÉREZ INFANTE

 


FAUNA Y FLORA DE PRIMAVERA PORTÁTIL

Esperamos a Adriano del Valle. Toda la casa está ya dispuesta. Se han limpiado los cristales, se han fregado los mármoles, la sonrisa del cristal y la risa de las Mayólicas, el hilo de las sábanas blanquísimas, los prismas de los aparatos de luz, relucen corno si hubiesen estado cien años buscando su sitio y de pronto, en aquella casa, hubiera encajado todo sin que nada se encontrase extraño. Todo se habla allí de tú por tú, en esa familiaridad de las cosas familiares, es decir, que son amadas por sus dueños y que son insustituibles. Las sillas, y la máquina de escribir, y los libros, y el titiritero, y los utensilios del cuarto de baño, todo, en fin, está contento; pero falta una cosa. Allí están los cristales. Todos -amo, ama, amiga y amito- y ellos también; los muebles, los cuadros, los libros, miran por los cristales y no ven nada más que una tierra parduzca, lisa, con alguna que otra mota de verdín y detrás de todo, aquel gallinero con la cuadrícula de su alambrada y unos gallos Plymouth Rock y Lhegorn-- unos, color de granito, y otros, blancos, amarillentos como albinos, con sus gallinas cloqueando y sus polluelos como borlas de polvo piadoras- picoteando el trigo.

Se espera a Adriano del Valle.
Amo, Ama, amito y amiga, no dejan de hablar de lo que sería aquel jardín cuando tuviera sus árboles, sus rosales, sus enredaderas, sus fuentes...
Dicen que es el viajante que trae la primavera portátil, que donde quiera que va deja su primavera, siembra su primavera, llena de pájaros los árboles, los tejados y los espíritus de personas y cosas. Y aquellos buenos muebles, y utensilios, hasta las humildes cacerolas de aluminio, que son los descendientes venidos a menos de las antiguas armaduras, esas armaduras que ya sólo se ven en algún que otro anacrónico palacio, están temblando de gozo ante el anuncio de la primavera portátil que vendrá a reflejar sus colorcitos de flores y auras en sus esmaltes, sus brillos y sus matices.

* * *
Allí está el viajante de la primavera portátil. Hablando con amo y ama. Saca, como un prestidigitador, de sus maletas y de sus bolsillos, raras especies de plantas que crecen, prodigiosas, en cuanto les da la luz del sol: cactos de formas extrañas, rododendros, evónimos, dracos de cien cabezas, formas madrepóricas de plantas tropicales. Después, plantitas modestas, llenas de la beata quietud y recatado gesto de las monjitas.
Flores de huerto andaluz: espuelas de galán, lágrimas de María, albahacas: dondiegos de noche, toronjiles; Y por fin, los rosales magníficos de especies cruzadas una y mil veces para dar el millón y cincuenta más de las especies en los rosales más líricos y fragantes.
Allí está él: Adriano del Valle, cuadrado, mussolinesco, con voz también jardinera y pastosidad en el gesto, de jardinero también. Los amos están contentos, maravillados, y los amitos gritan con el pío nono y con el elefantito, que van a instalarse en aquel rincón, rodeados de madreselvas. Van a montar una glorieta con puentes que tienen movimientos de caballos saltando sobre unos regalos que simulan ríos abrazando a una isla donde habrá un surtidor de agua con música de Debussy.
Sale el viajante de la primavera a aquel terreno feo, pardo, donde ni el sol se alegra, por la puerta del hall. Van las criadas con las maletas, pequeñas maletas de color de Tosa, con cintas de todos los colores
Y las colocan en el jardín.
Allí está el jardinero con amo, ama, amito y amiga. No dejan de mirar todos los muebles, todos los utensilios, las cortinas, los libros, los cuadros, por aquellos cristales. Muchos se ponen de puntillas para observar mejor aquella función de magia. El prestidigitador coge cada especie, cada planta, cada grupo de ellas, que salen pequeñitas, y se van haciendo grandes, grandes, y las coloca en una armonía tan perfecta sobre aquel páramo, con tal arte, que en media hora quedó convertido aquello en un paraíso con su animalía, pero sin serpiente ni manzana. Puentes, lagos, pájaros, árboles, cerámicas polícromas, y mármoles nítidos, van dando matices inverosímiles a aquella extensión de terreno antes baldía.
Los amos lloraban de júbilo. Era la alegría que faltaba allí, y que, de pronto, arrebataba a todos. Eran metáforas de flores, metáforas de puentes, metáforas de música, de pájaros y de árboles, las que allí florecían al minuto, encantando a toda la atmósfera. Y aquella enorme palmera era un San Cristobalón gigantesco, pasando, a nado, el mismo cielo.
Los muebles, los cuadros, los libros charlaban unos con otros, con los ojos deslumbrados por tanta belleza, hasta que llegó la noche y todos soñaron con jardines en el cielo, jardines interestelares, donde había viajantes-poetas que llevaban baúles rosas llenos de angelitos voladores y de estrellas que colgaban de árboles gigantescos...

ROGELIO BUENDÍA

 

A CONTRAPUNTO

Descendida de cielos
y de tierra elevada,
eres, cuan más verdad
tuya, más mi mentira.

Yo, por tu culpa, estrábico
-al cielo y a la tierra-
y el corazón partido
en mitades absurdas.

Hazte barro o estrella,
mujer de por las nubes.

Pero así, Yo, no puedo
en tu duplo seguirte.
Cuando te sueño carne,
eres verdad de sueño.
Y eres carne concreta
cuando sueño te aclamo.

Ahora es el momento
preciso y elocuente
de hacerte unidad pura;
mas temo que tu parto
sea de aves y peces,
celeste y submarino.
Y así se abrirán más
los extremos del ángulo.

J. ARCENSIO

 


AVATAR

Una, dos, ...
pasando van
las volutas de tu vida,
en un continuo soñar.
Tu constante indiferencia,
el Norte hace cambiar
polarizando la esencia
muda, de la eternidad.
¡Luz de ilusión enclaustrada,
vigoriza tu avatar,
y, en el día, de tu noche,
apaga la luz del mal!
Una, dos, ...
ritmo del tiempo,
hito de aurora final:
Las volutas de tu vida
son un continuo soñar.

IGNACIO JIMÉNEZ


LIBROS


POESÍA EN HOJAS.-Juan Ramón Jiménez nos ha enviado 19 hojas, plenas de poesía. No hojas de un árbol caídas al aire del otoño. Sí, hojas lanzadas al viento con la generosidad de un árbol fecundísimo, de este gran árbol «lleno de color del mundo» que es Juan Ramón.

«Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez ... »

Completo de naturaleza. Áurea madurez. Naturaleza, color del mundo, espíritu. Madurez, madurez, áurea madurez. Juan Ramón nos ha dado esto, primero en libros amarillos; en libros blancos, más tarde; ahora en hojas. El próximo derroche de poesía de Juan Ramón, ¿será desde un aeroplano elevado hasta la altura de su espíritu? ¿Nos donará desde allí sus hojas de poesía?

«Aunque todo lo mío se pierda ¡qué satisfacción haber usado así esta conciencia que la coincidencia de mi ser produjo!»

Lo tuyo no se perderá, Juan Ramón. Está ya en muchos espíritus. Estará en el de todos, cuando nos envíes desde tu aeroplano tu próximo maná poético.

"Estoy viviendo. Mi sangre está quemando belleza,»

Sigue quemando belleza, Juan Ramón, sigue viviendo. Vive, quema belleza. Vive, evapora amor. Vive, funde conciencia. Vive, Juan Ramón, y regálanos de nuevo poemas como estrellas.
Porque,

«El poema debe ser como la estrella, que es un mundo y parece un diamante".

¡Qué estrellas son tus poemas, Juan Ramón ¿Qué, diamantes, a la primera lectura! Luz, luz, luz ...

«Chorreo luz: doro el lugar oscuro..."

Luz que ilumina la inteligencia, la sensibilidad; que hace sentir (ver, oír, gustar, palpar, oler) los mundos de tus diamantes.

Juan Ramón: iluminado con la luz de tu Mediodía -de una de las estrellas que nos han llegado con tus hojas - y del nuestro- de este mediodía nuestro, de Sevilla- estoy. Aquí, entre las rosas tristes, otoñales, del Parque, sintiéndome dichoso.
Porque,

«El hombre debe considerarse dichoso de haber sido contemporáneo de la rosa».

L. F. P. I.

FRAGUA. DE AMOR Y OLVIDO, por Rafael Manzano.-En este su primer libro, el joven poeta onubense se nos da tal como es: inexperto, influido, pero con calidad poética. Manzano es poeta, y será un buen poeta, si se da cuenta a tiempo, que, el camino que hoy sigue, no es---como equivocadamente cree---el verdadero camino. Es decir, que si el camino de su primer libro, no era el verdadero, y lo reconoce así, el de ahora, el reciente, tampoco lo es. No puede uno dejarse influir por algún que otro poeta fácil. Hace falta exigirse más a sí mismo y a los demás. La poesía no es ingenio, ni palabrería, ni trampeo, ni cosa que se le asemeje. Es algo más puro, aéreo, trasparente. A, Manzano le pierde su juventud. Da lástima ver, a un joven de condición poética indudable, influido por algún que otro poeta palabrero y circunstancial! Insistimos: Manzano es una gran promesa.

CANCIONES MORENAS. - José María Alarico-Alarico, es joven. También debe ser poco exigente consigo mismo. Con algo de sentido crítico de su propia obra, no hubiese editado estas Canciones morenas. Se puede ser joven y lanzar un libro, sí. Pero con una cierta intensidad poética, a la que se llegó, generalmente, a fuerza de haber tomado muchos papeles.
Escribir, escribir... Y guardar... Y romper.
Publicar.... en periódicos, revistas, pliegos sueltos... En un libro, después; tarde o temprano, pero después.
Alarico es joven. Esperemos.

LOS PRESENTES DE ABRIL. Juan Ugarte.-Nos llega de Córdoba -como Canciones morenas-este libro de Ugarte, libro también juvenil; más que juvenil, poco hecho, prematuro -¿por qué esa impaciencia?--, lleno de tanteos, de deseos de encontrar y encontrarse. Hay en Presentes de abril un ritmo, una música -mejor, un anti-ritmo, una anti-música--que tal vez sea la nota más característica de la personalidad de su autor. Y al mismo tiempo, quizás lo que más dañe sus poesías.
Ugarte, otro joven. Sigamos esperando.

REVISTAS

REVISTA. DE OCCIDENTE, Madrid; -número CXLVIL Director: José Ortega y Gasset. Sumario: A. Marichalar, Cuestión personal; D.H. Lawrence, Isla, isla mía; Karl Vossler, Introducción a Gracián; F. Rivera, Economía y vida. Notas, Obregón, Maravall.

CRUZ Y RAYA, Madrid; número 31. Dirige la revista el fino escritor José Bergamín. Resalta en este número una traducción de Keats, por José María Souviron. Son los otros originales de Landsberg, V. Salas Viú, M. von Leughssek.

REVISTA HISPÁNICA MODERNA. Director: F. de Onís. Sumario: E. K. Mapes, Los primeros sonetos Alejandrinos de Rubén Darío, Juan Guerrero, El poeta Feliciano Rolán. Noticias literarias, Libros nuevos, etc...

HOJA LITERARIA; Barcelona; número 2. Más impetuoso, más valiente que el anterior. La revista quiere colocarse, se colocará, por su propio esfuerzo, merecidamente, en la vanguardia de las revistas Jóvenes españolas. Colaboran: Enrique de Juan, González Taujís. Enriquez Calleja, Mediano Flores, Agustín Espinosa, Fernández Sierra, Pérez Infante, Ferrater Mora, Infantes Florido, Sanou, Ruiz Peña. Trae también una contestación de Ramiro de Maeztu a una encuesta sobre los hombres del ‘98.


LETRAS, Huelva. Un poema de Juan Ramón Jiménez. Colaboran. también Manzano, Pérez Palacio, Buendía, etc...

NUEVA CULTURA. Revista de orientación intelectual. Valencia.-En su último doble número -Octubre, Noviembre- destaca, entre otros trabajos interesantes, una crítica propia de la actualidad y un gran artículo de Henri Barbusse. Trae, además, las adhesiones de grupos literarios hacia la posición en defensa de la cultura, labor que desde su primer número desarrolla esta gran Revista.

Pronto aparecerá la revista ARDOR, que editarán en Córdoba R. Olivares Figueroa y Juan Ugarte.


CONFERENCIAS

En el Centro Cultural de San Lorenzo, Antonio Aparicio Errere leyó, noches pasadas, una conferencia: Vida romántica de Bécquer.
Aparicio supo delinear con sus palabras las escenas más interesantes de la vida de Gustavo Adolfo: su niñez, preñada de ilusiones, en Sevilla, en su barrio -el de San Lorenzo--y junto al río; su amargo calvario, lleno de ilusiones rotas, en Madrid; sus excursiones artísticas -venero de nuevas ilusiones-a Toledo... Y todo expuesto por Aparicio, poeta, con el calor de unos 18 años decididos y el fervor de ser un verdadero amigo de Bécquer -ya es también amigo suyo oficial- y gran conocedor de su obra.
Aparicio fue presentado muy graciosamente por Joaquín Romero Murube.

LOS PASTORES DE BELEN.- El poeta venezolano R. Olivares Figueroa, disertó el día 27 de noviembre en el salón de actos de esta Universidad, sobre Los pastores de Belén (de Lope de Vega). Conferencia eruditísima y muy divertida. Olivares Figueroa fue aplaudido con regocijo.

ESTUDIO SOBRE LOPE DE VEGA Y OTROS PORMENORES.-Con. decir que los jóvenes que asistírnos a esta conferencia del Sr. Blasco Garzón, salimos satisfechos del acto, creemos pronunciar el más justo elogio a su labor. Blasco Garzón, forjando alrededor de la figura de Lope una charla plena de solvencia literaria (cosa bastante ajena siempre a la tribuna de nuestro Ateneo) realizó el milagro de que en esta tribuna se estudiara la obra del Fénix. Puede que este acierto del Sr. Blasco, sirva para recordar al Ateneo sevillano que este año se ha celebrado el tricentenario de Félix Lope de Vega y Carpio.
¡Ah! Y ya que hablamos de olvidos intrascendentales, recordemos también al Ateneo que, el año próximo-¡1936!-se celebrará el centenario de un tal Gustavo Adolfo Bécquer, poeta de Sevilla para el mundo.

NOTAS
«NUEVA POESÍA» presentará en Sevilla en abril, una exposición del pintor de Jerez, Carlos Gallegos.
El próximo día 15 dará una lectura de poesía contemporánea en Radio Jerez, nuestro compañero Francisco Infantes Florido.

En nuestra sección de crítica nos ocuparemos de todos los libros que se nos envíen.

SABER LEER, SABER ESCRIBIR, SABER PENSAR

Con la ayuda de todos los diccionarios de todas, las bibliotecas de Sevilla, concienzudamente, hemos leído el artículo «Saber leer, saber comprender, saber falsificar», que nos dirige Ramón Sijé desde El Sol. Con todos los diccionarios a la vista. Sin ellos, sería imposible descifrar algunas frases del erudito, humanista y filósofo de Orihuela, de este magnífico gallo en crisis plumífera, que no vacila en atribuirse un pensar "puro", "clarísimo", "cristalino". Y que protesta patalea, gime, insulta y calumnia, para terminar perdonándonos, sin advertir que no perdona el que quiere, sino el que puede.
Más le hubiera valido callar, reconociendo humildemente su yerro. Nada más fácil para quien «practica constantemente la humildad metódica». ¡Pero ya que se empeña...!
Por mucho que nos hable el Sr. Sijé -nosotros no llegaremos nunca al chabacanismo que supone el decir «este Fulano» de «una maduración eterna, manchando de sangre el pensamiento, dejándose dolorosamente en las soledades de las meditaciones y de las cuartillas»; y trate de ahuecar la voz para «mantener su prestigio de escritor público», y, quiera apabullarnos con sus humanidades, todos sabemos que se trata de un mozalbete imberbe, pueblerino (i), pedantesco, por indigestión de letras; por colmo,
malhablado. En cuanto a su profesión, no sabemos si será un Salicio(2) o un aprendiz de jesuita escapado de alguna novela de Pérez de Ayala.
Con todo esto, más unas gotas de bilis, cree el Sr. Sijé que no sabemos leer los graciosos de Sevilla». Meditemos un poco. Calma. ¿Es que nosotros no sabemos leer o es que él no sabe escribir? Unamuno dijo una vez algo parecido a esto: (3) «Cuando, a la primera lectura, no entiendo un escrito, pienso que yo tengo la culpa; leído por segunda vez, dudo-¿será del autor? -; a la tercera, creo que la culpa es del que escribe».
Bien podía el Sr. Sijé -que tanto recomienda el diccionario-usarlo menos cuando escribe y pensar con más limpieza. Porque seguimos creyendo -después de varias lecturas con diccionario- que decir «destilación platónica» es tan sucio como decir «bombillas educadas». Más claro: que D. Ramón Sijé -tan amigo de los diccionarios -jugaba un día --el mismo que le solicitó Pérez Clotet- con el de la Academia Española. Y, jugando, lo abrió al azar. Hirió su vista Una palabra brillante. «destilación » -¡qué linda!-. Cerró el erudito el grueso tomo, después de manchar con el vocablo la albura de una cuartilla. Y volvió a jugar al «buscapalabras».
¿Cómo resistirse? ¿No iría muy majo el término «destilación"-ya anotado-del brazo de este otro «platónica»? ¡Ya está! «Destilación platónica.. Resulta sucio y no diamantino como D. Ramón cree. Tan sucio como «bombillas educadas». En cambio, sí es limpio decir en un poema «sonrisa azulada». -Remitimos al Sr. Sijé al segundo poema publicado en Nueva Poesía por Francisco Infantes Florido-
En cuanto a que D. Ramón pensara en «el caso poético amoroso de Pedro Salinas» cuando escribía aquello de «la blanca deshumanización», decimos que resulta tan disparatado como si hubiese estado pensando en Bécquer -como creímos nosotros, no por incapacidad nuestra para la lectura, sino por la falta de nitidez de la prosa «ramonsijeana » --Si pensaba en Bécquer, malo; si pensaba con Pedro Salinas, más malo; si ahora el gallo nos saliera agarrándose al Alberti de Sobre los Angeles, peor. (Cuente. D. Ramón entre sus lecturas indigeridas La deshumanización del Arte, de Ortega y Gasset.)
No le negamos al Sr. Sijé sus latines. Sí, su pretendido diamantino pensar. Su pensamiento es tan caótico, tan confuso, como la poesía superrealista, de la que ¡Oh, paradoja!-abomina.
Aprenda a leer, a pensar el gallo en crisis de Orihuela. Vuelva sobre nuestra «Página Infantil». Si supiera llegar no a la letra, sino al espíritu de lo que es esa página, no diría que en ella «un Fulano se codea con Gil Vicente, con Lope, con Miguel de Unamuno».
El Sr. Sijé piensa esto y no se ríe. Tanto peor para sus secreciones internas. Nosotros, en cambio, nos desternillamos.
Para terminar: El comentario a la encuesta de « isla » no se hizo «ocultándose en el anónimo», como dice D. Ramón. De igual manera que el artículo de fondo de un periódico, aunque sin firma, no es anónimo, la crítica, el comentario que aparecen en un «papel» --vulgo, revista tampoco lo son; responden a la opinión de quien -o quienes-lo dirigen. Y nuestra portada habla bien claro: «Juan Ruiz Peña, Luis F. Pérez Infante y Francisco Infantes Florido editan NUEVA POESÍA».
Un comentario final: « ¡A mí, que me roban y me calumnian!» -iba a cantar el gallo desaforadamente-. Pero convirtió su voz en quejido: «¡Una limosna para los pobres cieguecitos de Sevilla!» (Entre paréntesis, le advertimos que no necesitamos que pida limosna para nosotros, «pobres cieguecitos, bobos de Coria en Sevilla», Pídala. Y compre con lo que recoja un diccionario más). Y, en confianza, pianísimo, que nadie se entere -nosotros le guardaremos el secreto-: cuando Vd., don Ramón, «atenuó la fuerza vital de la cólera, -fíjese que ha dicho Vd. «cólera»-, ¿fue por caridad, por estos «pobres cieguecitos», o porque pensó Vd. -por una vez limpiamente- que no tenía qué le robasen?


(1) Sijé habita en Orihuela, la «Oleza» de Gabriel Miró.
(2) «¿Quién te hizo filósofo elocuente siendo pastor de ovejas y de cabras?» (Garcilaso, Egloga II)
(3) Que se nos perdone la falta de precisión, citamos de memoria.


EL PRESENTE NÚMERO CORRESPONDIENTE
A NOVIEMBRE -DICIEMBRE, SE EDITÓ
EN LA IMPRENTA DE LA GAVIDIA
PL. DE LA GAVIDIA, 6.
SEVILLA
1935

Número 2 + 3