El utrerano Esteban Marmolejo Jiménez (1932) es conocido en el mundo del flamenco por Jerrerito de la María. Como cantaó ha recorrido el mundo entero acompañando a notables bailaoras. Desde 1975 vive en Castedefell donde regenta un tablao flamenco. Ha sido y es letrista de destacadas voces del flamenco actual, así como un abanderado de la renovación de las letras. Junto a Juan El Camas ha publicado un librito no venal de letrillas flamencas (Cabales, Imprenta Dolmen, Estepona, 1977), hoy inencontrable y del que nosotros hemos recogido las siguientes composiciones.

Advertencia importante: después de innumerables prevenciones es posible que alguna composición de las que incluimos pudiera deberse en su origen a Juan El Camas. Esta advertencia va especialmente dirigida a los aficionados del flamenco a quienes pedimos nos corrijan, si fuera el caso, de lo cual quedaremos muy agradecidos.

Herrero no
que quiero ser relojero
de la estación.


En la nevera
te dejo explicaciones,
que te diviertas.


Que te diviertas,
si quiere´ explicaciones
la enciclopedia.


Hoy no te tardes
que tengo el diablo adentro
con siete llaves.


En la ventana
te dejo el corazón
y esta navaja.


Haz lo que quieras
mi corazón es tuyo
de toas maneras.


Haz lo que debas
mi corazón es tuyo,
quiera o no quiera.


Tengo resaca,
que me bebí tol mar
tú dónde estabas.


Casi me ajogo
me he tragáo el río
con sus recóos.


Venga otra ronda,
muchacha, venga otra ronda,
que aluego ya habrá tiempo
de maniobras.


Por si me ajogo
te dejo el corazón,
échale un ojo.


No abras la puerta
que hoy quiero enseñarte
toas mis revueltas.


Que vengo de casa el Vara
de beberme tres viñas
y seis tinajas.


Vengo tan amorecio
prima a tu huerto...
Echale a esa candela
dos buenos leños.


Hasta los chopos
a mí me cuentan
tos tus sofocos.


Herrero no
que quiero ser la lana
de tu colchón,

y si quisieras
con la lana que sobre
yo te vistiera.


Si de la fragua vengo
tú no me miras,
que negra traigo la cara
de carbonilla.


Del mismo vaso bebimos
y fuimos la misma sal,
pero los ríos son los ríos
y van cada cual por su sitio
a la querencia del mar
arrastrando cada cual
hojas y piedras y olvido.

Esteban Marmolejo Jiménez