Crétilo de Ferdus nació el año 60 de nuestra era en Ferdus y no en Olisis, de donde sabemos era su madre. Su padre poseía tierras y hacienda, así que de muy joven Crétilo marchó a Roma donde entabló amistad con Camio de Gades y Marcial de Bílbilis, a cuyas estéticas epigramáticas se adscribe. Se sabe que escribió una elegía a Persio de Aretia porque se conservan varios fragmentos, pero su obra capital son los epigramas, que en número de 76 se conservan en la Biblioteca de Volterra, aunque de creer una cita de Maulesio, pudo haber escrito más de quinientos. Murió después del año 121 de nuestra era, en circunstancias que el propio Maulesius tilda de engorrosas. Dante lo alude en su Inferno.

Tanto la nota como la presente traducción es gentileza del profesor Antonio Bernal.

 

XIII

Si el azar o un negocio
os acerca hasta Olisis, mi otra patria,
os será fácil dar con Xisto, el vinatero.
Sus palabras, cierto, no os serán de mucha utilidad
y su vino sólo a él emborracha,
pero esperad un momento a que aparezca Gaula, su mujer,
pues querréis acabar -y no podréis- con su tinaja.


XXIV

Aprende, Marcius, del honrado tabernero
que aunque vicie con vino el agua
y procure en algo abultar la cuenta
si os ve tambaleantes,
mucho se priva de llamar conejo al gato
ni una mamada simple y sin adornos
de Gaula, su mujer, la cobra por completo.


XXVII (*)

dócil con la rueda e implacable con el látigo.
Tulia, tu grande fama me ha traído a este cubil
y ya he roto, desde Híspalis, por tres veces mis sandalias.
Aquí estoy, ante ti me postro, son estos mis bienes.
Haz conmigo tu voluntad: si rueda aquí tienes mi eje, es tuyo,
si látigo, arrójame a tus perros. El tiempo juzgará
si merezco rodar dentro de ti por los caminos
o servir, despedazado, de carne a tus dos canes.


(*) este epigrama bien pudiera ser copia de un conocido epigrama de Laumnis de Cretona.

IL

Sólo es buen jinete quien de lejos,
por la grupa, conoce a su caballo,
por eso, Libio, nos extraña
que a Cumas no conozcas,
que no sepas de Vírgulo, el Censor,
que niegues al pobre de Silarius.
¿Mas no será, querido Libio,
que en vez de buen jinete
eres mal caballo?

LIV

No temas que tu amante, Poncio, pueda irse con otro.
Ya lo ha hecho. A fe que el nuevo amigo
es pedorro y huele mal, que a garañón
no hay dios que lo contrate,
lo más triste, empero, lo más triste
es que está sin blanca y aún así, con él ha huido.
¿que les das, Poncio, qué les das, que tan mal te quieren?


LVIII (**)

Recuerda a Ásdrulo, el hábil, rico mercader,
el que encerraba a su mujer
cada vez que sus negocios hacíanlo salir de Ferdus.
Pero no hay cerradura sin su llave ni mal sin su remedio.
Así Genipa, dio en menguar su vino y sus denarios
haciendo el caso justo a la encerrada
y Apolonius, mal rayo parta a ese rufián,
con su llave curva profanó sus siete lares.
Muerto Ásdrulo, el rico mercader,
suya es la hacienda,
el roñoso pagador de su epitafio.


(**) Tanto en este epigrama como en los siguientes, Crétilo narra una secuencia que previamente aparece en Betinius (Como, 32 a JC-79 Arunda) y posteriormente incorporará Nausilio (¿128?-204 Nublum) en la comedia Asdrulia .


LIX

Despierta, Ásdrulo, hábil mercader
y pon orden en tu casa y en tu hacienda.
Tu esposa, a quien tanto amaste y respeté
no cumple tus deudas e intenta deshonrarte
no queriendo pagarme tu epitafio,
oh digno senador, pues dice que es más caro,
escucha bien, que el que Limnia
pagó por su copero.
Vuelve en ti, Ásdrulo y amonesta a tu esposa
que pretende ahorrar en mármol
lo que en juergas no escatima a sus amantes.

LXII

Sabinio el grabador quiere cobrarme
lo que contigo, mi llorado Ásdrulo, dijo haber pactado.
¿Cómo sé que es cierto lo que dice? Y si lo fuera
es a ti a quien debe reclamar. Mas cómo lo haría,
cómo lo haría ese impostor,
si en público difama contra ti,
difamando a tu mujer, cuya virtud no ignoras.


LXIII

Aceptaré mi suerte, mi buen Ásdrulo,
y ya compuesto y grabado el epitafio
diré que es obsequio del cantero. Y así es.
Con ello no te falto.
Faltarte sólo te falta tu mujer
que escupe sobre el mármol
el semen que trasiega a tu enemigo.

LXVII

No veas jamás una montaña derrumbarse sobre ti
ni en la mar las olas te sepulten.
Si vendedor imita a Ásdrulo,
si esposo procura no emularlo.


LXX

¿De cuándo acá no empalmas, viejo Dimas,
tú, que allá en tu patria, alzabas con la polla
dos buenas vacas frisias y a tu chasquido
veinte sombras se alzaban de las sombras?.
Ni Lupo en Corticata, ni Parvos el de Arucci,
fueron más dulces con sus flautas.
Yo mismo la probé más de cien veces y sé lo que me digo,
pues aunque tres noches cada vez
me duraban los dolores, con gusto los sufría.

Pero el tiempo no perdona, viejo toro,
y la miel que, como un caño, brotara de tu pijo
hoy tú imploras. Por eso, si has ahorrado algo, viejo Dimas,
y no te importa recibir donde antes dabas,
vete en busca de Clitón, el mauritano,
y di que quien te manda
es Crátilo, el buen bardo de Ferdus.


LXXIV

En la brava Corticata se monta al cuatro pies,
en Arucci la costumbre es de costado.
Arriba la mujer es lo especial en Sáfira u Olaya,
causa furor en Arunda sentarse en una silla,
de espaldas la mujer, bien empalada;
en Olisis, las matronas
gustan de ponerse el pijo entre sus tetas
y chuparlo así, como a siringa,
más en ninguna parte como aquí, querido Lidio,
a elegir te dan sus agujeros.

 

Crétilo de Ferdus