SPARRINGS
La editorial asturiana Línea de fuego ha publicado
recientemente el nuevo libro de David González (Gijón, 1964),
Sparrings, que junto a sus dos anteriores entregas, El diablo te coma las
orejas ( 1997 ) y Ley de vida ( 1998 ), constituye y cierra una especie de
trilogía o ciclo autobiográfico de iniciación a la sociedad
y al mundo.
Poemas y relatos, o relatos y poemas, o poemas que son relatos, o relatos
que son poemas: poco importa, en verdad, lo que sean formalmente estas piezas,
cómo se las etiquete o encuadre, sino más bien el mensaje y
la sensación que transmiten, ese estremecimiento de fondo que su lectura
genera por encima de lo meramente anecdótico, extrañando, inquietando
o posicionando al lector, que, desde mi punto de vista, debe caracterizar
tanto a la poesía narrativa como a la narrativa breve.
Literatura al margen, directa, explícita, confesional y sin ornamentos
de género alguno, donde lo que importa es la intensidad del momento,
esa experiencia, recuerdo o fragmento de vida que el autor paraliza en el
tiempo y que nos muestra en su total crudeza, con una técnica casi
cinematográfica, para removernos las entrañas por dentro.
Y literatura, por encima de todo, crítica, política y estéticamente
incorrecta, ajena por completo al canon comercial del momento, que dinamita
las bases de esta corrompida sociedad modelo que desde las altas instancias
nos quieren vender.
Cada poema de Sparrings es una declaración de guerra y principios (
Sólo sangre ), una denuncia social ( Estigma ), un canto a la libertad
( Desapariciones ) y un puñetazo al sistema ( Spray nasal ) que, a
medida avanza el libro, va cobrando forma y sentido para desembocar, a modo
de posicionamiento último, en esa sucinta (y hermosa) dedicatoria que
le pone fin: a los que siempre besamos la lona del cuadrilátero.
En cualquier caso, hay en Sparrings una evolución ostensible respecto
a los libros anteriores de su autor.
Sin restarle un ápice de fuerza y tensión a su poesía,
David González introduce en este poemario elementos, temáticas
y reflexiones nuevas, poemas de inusitada esperanza y ternura ( Amor de madre,
Un hombre afortunado o Sin que sirva de precedente ) que abren al final del
libro una ventana a la luz y que muestran a un poeta menos efectista y más
humano, más relajado, más sereno, aunque nunca, en modo alguno,
más conformista.
Algo que para una poética como la de David González, salvaje
y maldita donde las haya, supone una evidente superación y un paso
certero de desarrollo estilístico y madurez personal.
Un poemario, en suma, que confirma a su autor como uno de los indudables valores
de la emergente poesía de la conciencia ( la Fundación Juan
Ramón Jiménez acaba de incluir varios poemas suyos en la antología
Voces del Extremo II: poesía y conciencia ) y cierra, a su vez, una
de las autobiografías poéticas más arriesgadas y sugerentes
de los últimos tiempos.
SPARRINGS
David González.
Línea de fuego
Oviedo, 2000