EL JOROBADO


Siempre que me lo imagino lo veo,
alejándose de mi,
como si de viaje se marchara
y no quisiera volver
nunca más.

Cuanto yo recuerdo de él,
me parece un tanto extraño.
De niño jamás captó
el mundo tal y como era.

Él tenía su propia realidad.

Era curioso ver,
como utilizaba algunos objetos:
usaba el cepillo de dientes
para limpiarse los zapatos
y acostumbraba a utilizar
el cepillo de los zapatos
para limpiarse los dientes.

Tal vez se construyera
un mundo diferente,
porque el mundo
del adulto dañaba su imaginación.

No se, si por despecho
nació jorobado,
pero si se que enmudeció
y ensordeció por rebeldía,
y en la profundidad del silencio,
su vida encontró otra dimensión.

Ya de mayor, olisqueó el mundo
y muy a pesar suyo,
olió a la misma música de siempre,
y como empujado por un sentimiento,
decidió marchar
por parques, plazas y pueblos,
para hablarles con otro idioma
a la gente.

Solía decirme, que la música
estaba llena de notas de colores
que armonizaban como un cuadro,
y que la inspiración de la vida,
eran las formas en movimiento...


ll



Pero como algo ya sabido,
los adultos de aquel pueblo,
no entendieron su idioma
y se marcharon todos juntos,
entredientes murmurando,
la joroba que habían visto.

Cómo los niños captaron
lo que criticaban los adultos,
en la calle se quedaron,
metiéndose con su joroba,
llenándola de insultos.

Pero él, ya no escuchaba ni oía
y metido en su profundo silencio,
sólo recogía dolor,
de los que algún día , serían,
adultos engañados,
de este mundo establecido.

Cuando una moneda lanzada,
mezcla de pena y desprecio,
zumbó en el aire frío de la tarde,
rompiendo el silencio en sus oídos.

Y al caer hueca, sorda y yerta
en su viejo sombrero,
se vió cara a cara desnudo,
con la real crudeza,
de que en este mundo traidor,
cuando el hambre aprieta,
todo cuerpo lucha
por conseguir esa vil materia.

Así que a su roido sombrero,
se iba acercando, los niños;
temerosos de sus propios insultos,
ligeros se iban alejando.

Ese día fue la última vez
que lo oí hablar:

"¡Niños por favor!,
no me mireis con los ojos
que os engañan con la forma exterior.
No os negueis la razón,
que ver, solamente se ve
con el corazón.
Y si algún día,
los adultos que en vosotros crecerán,
os dijeran que no tengo razón,
abandonadlos en el camino,
antes de que os arrastren
a la perdición.
Debeis saber, que os robarán
vuestro más apreciado tesoro;
esa inocencia, que brota libre
de vuestro interior.
Así pues, recordad de vivir jugando
o mustios, serios, o lo que es peor...
ciegos ante la vida,
os ireis quedando.
Y ahora decidles
a los adultos de este pueblo
que no es la joroba de fuera
la que yo represento
sino la propia de ellos, de dentro.

Vamos, marchad,
id a jugar".

Y así como las pequeñas sombras
se fueron marchando,
la joroba de aquel día maltrecho
tapó la luz del sol,
quedando a oscuras
la plaza del pueblo.

Siempre que me lo imagino, lo veo
alejándose de mi,
como si de viaje se marchara
y no quisiera volver
nunca más.

Angel Merino