Volver
Olga Novo
AL Margen

 

 

 

 

Salustiano Martín


COMO UN LAGARTO

Brotó la luz de la palabra,
en medio del terror de los cadáveres.

Sus bocas se ofrecían,
latiendo entre los hombros
alambrados de espino,

cuando eran fuego los muñones
y la sangre caliente
aún era un reguero que agobiaba
la tierra con sus uñas.

Amaneció. Se oían sus reclamos

de alerta, y nada pudo
hacer el hierro y nada
el tanque y nada la tortura

para que no siguiese hablando.

Buscado por la muerte,
sostuvo en alto su coraje.

Chirriaban los colmillos del soldado
con la esperanza de sus vísceras,
y no pudieron
hincarse sus gargantas.
Perseguidos sus cuerpos,
en ellos germinaron las caricias.

Supo esconder su fuerza
detrás de los dolores de los muros,

mientras el grito del chacal urgía
las letales consignas
de los nuevos poderes

y los aires sonaban
con fragor de cadenas.

Mantuvo su valor bajo el agobio,

siempre al acecho allí donde los amos
rugieron su asechanza

y los menudos sollozaron
en catres de amargura.

Brillaban los chasquidos de los huesos
de los débiles miembros
que aún resistían,

y entre su sed se alzaba,

desoyendo los yugos,
flaco rostro que nadie conocía
y todos perjuraban haber visto.

Mujer,
era posible,
crecida desde el llanto
de sus hijas y hermanas:
famélica y frutal, anuncio
de la muerte y del gozo,
rigor contra el designio
de los sueños del aire.

No sino un hombre macilento
venido del pasado con su rabia,

mentían otros con temor
al mal desconocido.

Cercadas por la grey de las antorchas,

sus sombras fueron avistadas
en las esquinas sucias
de las ciudades.

Se las vio caminar sin prisa
por los barrios más pobres:

allí donde el poder les predicaba
los rostros de su espanto.

Difundida su fama por el miedo
a lo distinto que discrepa
del orden de la cárcel,

el ser humano prosiguió en su lucha,
negando su extinción a la violencia

y a las leyes urdidas
contra el ánimo libre:

como un ave nocturna
de rara carne y huesos
que se obstina en batir sus alas,
mordidas por el óxido del luto;

como un lagarto
de feraz andadura,
que salva a su progenie
de las llamas del odio.

Así,
De esa manera memorable

sobrevivió su frágil esqueleto.

Hasta estos días.

 

Al inicio de la página