Mercedes Escolano

 

ESCENAS INOLVIDABLES

Rizada su melena de cobre, ondulado
el rugido más fiero de la selva,
puso garra en mi cuello a modo de abanico
y encendió todo el aire su cercana presencia.
Fuera yo rubia, linda artista de Hollywood
entregada a los brazos del seductor felino,
joven promesa, musa de algunos
directores sin suerte ni dinero.
Yo, conquistada. Yo, carne fresca
bajo el lomo feroz del cuadrúpedo amable
que, con voz amielada, a mi oído susurra
la banda sonora de algún viejo éxito.
Yo, domeñada. Yo, débil hembra
incapaz de negarme a guiones sin peso.
El plató nos otorga el dominio soñado
y aunque efímeros, falsos, los instantes
rodados se convierten eternos
en la mente infantil de la estrella de cine.
Yo, celuloide. Yo, heroína
en las garras de oro de la Metro-Goldwyn-Mayer.