Daniel Lebrato


EL SEÑOR FUNES VA AL CINE

donde Funes el memorioso, personaje de Borges
que “discernía los tranquilos avances de la corrupción,
de las caries, de la fatiga”, es igual
a José María Aguilar, por su libro
El cine y la metáfora
(Renacimiento, Sevilla, 2007)

Sueñan los ojos y la sala sueña
con un jinete pálido que va ca-
balgando a su destino, su butaca.
–Son ya muchas películas, pequeña.

Los buenos y los malos. Quien se junta
con ellos. La peor, la que es más buena
cuanto más mala es, Mae West, te suena.
Y un sabio que se ve que saca punta a

las luces, las tinieblas, a esas vías
de tren que se bifurcan. La pantalla
cabe en su diván de notas y va ya

Escaleta A:
por las tres mil, mi amor. –Tú ¿qué querías,
que el hombre te sacara en su libreta?
–Tú por si acaso, nena, estate quieta.

Escaleta B:
por las tres mil, chaval, tú que venías
al cine a hacerte un cásting de bragueta y
te toca este señor con su libreta.