donde Funes el memorioso, personaje de Borges
que “discernía los tranquilos avances de la corrupción,
de las caries, de la fatiga”, es igual
a José María Aguilar, por su libro
El cine y la metáfora
(Renacimiento, Sevilla, 2007)
Sueñan los ojos y la sala sueña
con un jinete pálido que va ca-
balgando a su destino, su butaca.
–Son ya muchas películas, pequeña.
Los buenos y los malos. Quien se junta
con ellos. La peor, la que es más buena
cuanto más mala es, Mae West, te suena.
Y un sabio que se ve que saca punta a
las luces, las tinieblas, a esas vías
de tren que se bifurcan. La pantalla
cabe en su diván de notas y va ya
Escaleta A:
por las tres mil, mi amor. –Tú ¿qué querías,
que el hombre te sacara en su libreta?
–Tú por si acaso, nena, estate quieta.
Escaleta B:
por las tres mil, chaval, tú que venías
al cine a hacerte un cásting de bragueta y
te toca este señor con su libreta.