Poesía  
 


versión de un poema de Wang Wei

 

bebámonos la última copa
en el mesón de los sauces verdes
antes de que la lluvia que borra el paisaje
te borre a ti también amigo mío
en la frontera de aeropuertos y silencios digitales

bebámonos la última copa
que quiero oír tu voz de veranos luminosos
y tierra mojada
tu dulce voz por última vez diciéndome
oye amigo

pasado el horizonte
pierden el sentido las palabras
y no habrá no
no habrá más un oye amigo

en Wei lluvia ligera moja el polvo ligero

Dime

 

dime
dime qué ves más allá de estos atardeceres
niña eterna niña
que juegas con las oceánicas mareas
mientras en tu regazo
el tiempo se duerme muñeca de cartón y trapo

cae la noche
y brillan luciérnagas en tu vientre
y suenan cigarras enredadas en tu pelo
que es ahora de violácea escarcha
sobre la blanca mejilla

dime
dime qué ves más allá de la media luna
sonriéndonos con sus dientes de gato invisible
y sus ojos apenas sí adivinados
tras nubes boreales

qué sientes
niña eterna niña
cuando la fría oscuridad te acaricia
y canta a tu oído su nana de acordes minerales

en qué soñarás
si tu muñeca de cartón y trapo
cae a la arena desde tu regazo
si las luciérnagas se apagan
y dejan de cantar las cigarras en tu pelo
dime en qué soñarás entonces
si el gato cierra para siempre sus ojos
y apaga su sonrisa

quizás
en las huellas que tus pies descalzos
dejarán en la superficie de las aguas
al ir esquivando las estrellas
o con el tic-tac del reloj de pared
anclado en la hora del té y los acertijos
mientras a lo lejos un eco de pisadas
te recuerda
la insondable profundidad de una madriguera

y Alicia del otro lado del espejo
donde todo es inverso
y la muerte tal vez sólo sea
un mero trasunto de la vida

 

vuelvo a ti desde la oscuridad más profunda

vuelvo a ti desde la oscuridad más profunda
porque oí tu voz que me llamaba
porque tus manos se tienden desnudas hacia mí
ofreciéndome tras ellas
la más pura desnudez de tu vientre

soy el ave que ha poblado con su cansancio
toda la ceniza de este anochecer
el animal herido que se cobija en ti
buscando el alba que le fue negada
el sol de la mañana
sus árboles sus plateados arroyos
el gratificante canto de otras aves

ya no hay sangre en mi pecho
ni dioses ni hombres que me exijan nada
pero sé que tras de ti me espera el abismo
la distancia que separará mis labios de tu boca
acaso para siempre
la palabra impronunciable
con la que se cerrarán todos los círculos del tiempo
y en cuyo eco tú y yo giraremos como una única estrella
(no tú y yo nuestra estela
que la memoria como una caída irá borrando)

pero ahora Laodamia llámame con tu dulce voz
una y otra vez sin darle tregua al silencio
no dejes que pasen las horas y amanezca el nuevo día
no permitas amada mía
que vuelva sobre mí a caer la noche