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Julio Asencio: Los pasos del viajero,
Cádiz, Diputación Provincial, 2003; 80 pp.


 
 

Aunque no es su primera obra escrita, Los pasos del viajero es el primer libro publicado por Julio Asencio (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1961), poeta formado esencialmente en la ciudad de Granada, donde cursó estudios de licenciatura en Filología Hispánica, pero también al aliento de publicaciones como “Pandero”, “Fin de Siglo”, “Trivium”, “Por Ejemplo” y, sobre todo, “Tierra de Nadie”, la revista jerezana de la que fue cofundador junto a José Ruiz Mata y José Solís. Entre sus obras inéditas figuran títulos como La efigie del fuego (1979-84), Los espejos desvelados y Un río fugitivo. Nacido en un barrio obrero de Jerez, su poesía se encuentra marcada en buena medida por el compromiso ideológico o de clase, pero también por otras constantes como memoria y temporalidad, meditación y deseo. Así pues, en sus textos pueden rastrearse continuas alusiones temáticas vinculadas con los años de lucha antifranquista estudiantil, previos a la transición democrática; así como al amor y al paso del tiempo. Y junto a estos temas, la amistad ejercida como uno de los más firmes valores de la vida, el disfrutar los instantes vividos y de las cosas pequeñas de cada día: el paseo, el café, la amena charla con los amigos y las gentes sencillas o la admiración de la belleza son otros temas que discurren por los textos de este libro que se estructura en cuatro partes, cuyos títulos son: “Al cabo de los años”, “Caminos de la tarde”, “Pasajes de invierno” y “La estela de los barcos”.

En “Poética”, el vate jerezano lleva a cabo un explícito compromiso ideológico y literario en los versos que siguen: “Pero yo sé, y así os lo digo,/ que el poeta debe mojarse/ y dejar en su verso el signo de su tiempo,/ la historia común con sus semejantes/ que, como él, tienen hambre, aman, sufren,/ ríen y anhelan siquiera perdurar/ en la memoria de la tierra/ sembrando la simiente/ de un árbol, un hijo, un poema” (P. 51). Ese compromiso queda reflejado también en algunas de las citas que utiliza de Bertolt Brecht, Luis Cernuda, Antonio Machado, Miguel Hernández Antonio Carvajal o Jaime Gil de Biedma. También los altos ideales de la juventud ya ida, el carpe diem, la cotidianidad y la diaria experiencia del vivir configuran un discurso que encuentra su acomodo en el ambiente urbano próximo al autor. Del mismo modo, el mar (aquí el océano Atlántico), cantado por poetas como Rafael Alberti o Juan Ramón Jiménez, citados explícitamente por Asencio y a quienes deliberadamente glosa, aparece igualmente vinculado al mundo mágico de la infancia, el paso del tiempo y la eternidad. El viaje es otro de los motivos poéticos significativos del libro, retomado seguramente de la poesía de Kavafis. A él da Julio Asencio el significado iniciático que le es propio y que simbólicamente le pertenece: el viaje es así la vida misma, y emprenderlo significa enfrentarse a incertidumbre y sinsabores, pero también a dichas que han de ser forzosamente fugaces. Tras años de búsqueda y aventura, el poeta ha decidido como Ulises regresar a su Ítaca particular y llevar en su tierra la vida retirada que cantaron clásicos como Horacio, y con él, Fray Luis de León siguiendo el tópico latino del “Beatus Ille”: “Muy cerquita del mar, en una playa/ del sur en que nacimos, a la sombra/ dulce de una palmera hay una casa/ con claveles, geranios y un jazmín/ donde seremos muy felices juntos/ si nos lo proponemos y dejamos/ que la vida nos lleve libremente (...)” (p. 77).
Para el poeta jerezano es un deber del ser humano no renunciar a la felicidad; y ello a pesar de las injusticias y desamores que nos rodean, de los engaños con que la pretendida sociedad del bienestar pretende enredarnos y confundirnos para convertirnos en depredadores consumistas, desencantados del sistema.
Los pasos del viajero, libro escrito entre los años 1995 y 2000, según anotación del autor, es obra que nos pone en la pista de un poeta que entra en el mundo de la lírica actual con señas de identidad inequívocas: las del compromiso y la temporalidad reflexiva. Una poeta y una obra que tienen mucho que decir.

 

José Antonio Sáez