MI PEQUEÑA MARIVÍ
Contenido
BAD PRETTY MAN

 

I
Eres bajita,
el mundo se levanta para tocar tus pies,
el mundo es mi cabeza entre tus pies y el sueño
y en mi sueño departo con traumas señoriales.


Menuda eres,
como el cangrejo cóncavo que sale de su limbo
con sabor a oleaje, y ellos son mis amigos,
náufragos de aguas sucias, de lluvia sin poema,
dándote promiscencia en la complacuidad.
Pero uno es mojigato,
un carrilano en el papel de Ofelia con manos tímidas para la escucha
de planetas -¡oh, Júpiter, perdón!-.

Acodada en la barra, subida a un taburete,
me guiñas con la copa de un amigo y te excusa
el pelo corto, el aire
de la novela vaga,
tus piernas de ciclista con fondo pirenaico,
y la preocupación por mi destino
como disc-jockey de segunda b
de alma gastada y botas de charol.

Mi bella no ha leído a Kawabata,
ni a Hafiz, Robert Walser o Feijoo
y aunque es bajita -digo enana-
ella no es asturiana como el padre
y todo músculo que toca arde.

Oh tus pies, pececitos,
tienen callos de leche cordobesa.
Diría un japonés
y diría en verdad: Cuán Callos Leche Cala
tiene el deseo, ahíto de canicas.
Canicas en la mar, mirando a Rota,
pues "pops" es un ruidito
que hace Contranatura, madre de los espasmos.
Déjame recular con artificio.
Como dijo aquel galo que tampoco conoces:
y dormir en lo breve de tus blandas legañas.
II

Yo no me entero,
pero mi novia tiene
cuatro agujeros.

CARLOS PARDO