PUTI PORKIE
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MI PEQUEÑA MARIVÍ

 

No se puede ser más pequeña;
si camina el muñeco lo nota.
Es el sufijo que no se desvanece,
un testarrón demasiado grande
para ser compartido.
Nadie puede ser más pequeña.
Cuando va en bidón, la pajarería lo agradece.
Si escribo este linimento es para estirar las diabluras,
para que las plantas que sólo tú y yo conocemos
nos devuelvan a lo osudo, que es sólo nuestro.
Miro mis mansedumbres,
como una carroza mira su moderadora en diciembre,
y me da mierda. Quién pudiera vivir sin tus mansedumbres.
O no. Qué triunvirato. Qué pobres los millones de pertenencias
que no saben que tú existes, que no saben nada de tus mansedumbre.
Tú ya sabes, cuando Montale dice la verdulería
hay que rendirse. No sabes quién es Montale.
No sé si entenderás la macedonia
que seca esta polarización. Es mejor que no entiendas.
Cáñamo y limpiaplumas te digo.
Me miras, sonríes -es suficiente.
Ojalá te acuerdes de Rimbaud.
Estoy pensando en mi destrucción.
Es alguien que se parece mucho a ti,
a ti, mi mayor glotona; tú, mi única fragmentación.

JUAN ANTONIO BERNIER