Crítica

TIRIOS Y TROYANOS


(A propósito de una antología de la Diferencia)
Antonio Garrido Moraga
De lo imposible a lo verdadero. Poesía Española 1965-2000 (Antología),
Madrid, Celeste y Sial Ediciones, 2000; 269


En contadas ocasiones la poesía, mester humilde donde los haya, se nos presenta revestida con la majestad y el boato de la edición engalanada y hasta lujosa. Bien está que también los humildes sean ensalzados por el mercado editorial, que en los últimos años tanto parece alejarse de este género literario, como prescribiendo su muerte a no muy largo plazo en la era de internet. Las editoriales madrileñas que publicaron hace unos meses la antología de Basilio Rodríguez Cañada, Milenio. Ultimísima Poesía Española (Antología), se han decidido ahora a publicar esta otra de Antonio Garrido Moraga, profesor titular de la Universidad de Málaga, investigador y estudioso del Poema de Fernán González, de las vinculaciones entre la teoría y la práctica de la crítica literaria, de las relaciones entre el periodismo y la crítica; así como de la literatura andaluza. El autor, que es vicepresidente de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios, ya había publicado anteriormente otras antologías, tales como El hilo de la fábula y Antología de la Poesía Española Contemporánea.
Quisiera adentrarme en el comentario personal y subjetivo de esta antología haciendo constar la modestia con que lo abordo, y para ello deseo iniciar esta andadura con una cita breve del estudio preliminar del profesor Garrido Moraga, para mí muy esclarecedora: "Esta antología pretende rescatar los nombres de los que iniciaron la aventura (se refiere a la llamada Poesía de la Diferencia); los que siguen pensando que, en el umbral del siglo XXI, la creatividad debe revestir unas características polimorfas donde no se renuncie a metas como la audacia, la subversión, la autenticidad y el gran reto de la originalidad; metas que coexisten con otras formas y tendencias" (pág. 27). El título del volumen está tomado de una cita de María Zambrano que se hace constar en las páginas iniciales del mismo: "No se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero". A mi entender, hubiera sido deseable que, ya desde el subtítulo genérico de la misma (Poesía Española 1965-2000), el lector entrara en conocimiento


del campo concreto que abarca esta antología y del que sí se advierte en la cita del prólogo a que he hecho referencia.

Para quienes hemos seguido con cierto detalle la evolución de este movimiento, regenerador o ético si se quiere de la poesía española de los años 90 (pues estimo que no se ha tratado nunca de una corriente o una tendencia poética); siempre nos pareció que los argumentos habrían de ser utilizados como las únicas armas en el debate que se iniciaba con respecto a la tendencia poética dominante: la Poesía de la Experiencia. Desde sus inicios hubo una actitud de denuncia de la situación asfixiante y monopolística por la que atravesaba la lírica española de la década en cuestión, y esa actitud fue utilizada con mayor o menor acaloramiento -y por tanto con mayor o menor rigor teórico- por unos y por otros. No faltaron quienes llegaron a insultos y descalificaciones personales, tanto por uno como por otro bando, cayendo en lo que nunca se debió caer, pues no se transmitió debidamente a la opinión pública o a los círculos interesados en este tema lo esencial de un discurso que se presentaba como actitud ética de denuncia ante una situación que se entendía como verdaderamente crítica y dolosa para nuestra poesía. Los orígenes de ese movimiento regeneracionista de nuestro poesía habían surgido en algunos encuentros previos que se llevaron a cabo en Sevilla y Madrid, así como en torno al llamado "Salón de Independientes". Se denunciaban actitudes y se lanzaban manifiestos en apoyo de determinados escritores, como es el caso de Félix Grande.
Muy difícil resultaba, pues, para los poetas de la Diferencia -por la pluralidad y diversidad de caracteres, tendencias y voces poéticas-, elaborar un corpus teórico y sistematizarlo, que fuese capaz de desenmascarar los castillos de naipes que se alzaban en el aire, contrarrestando o contraatacando a la todopoderosa corriente hegemónica. Evidentemente, los vientos no corrían a su favor, ni los medios con los que contaban unos y otros eran los mismos. Para quien esto escribe, la credibilidad de semejante actitud ética y crítica que representaba la Diferencia estribaba, precisamente, en la elaboración sistemática de unos argumentos (de un corpus teórico si se quiere), capaz de sustentar una postura concreta y convencer al contrario o, simplemente, a los interesados en estos temas. Insisto en que había unos riesgos y que en ellos cayeron algunos de los defensores, pero dudo igualmente -dada la diversidad o heterogeneidad de voces que se integraban aquí-, de que fuese posible sistematizar ese corpus teórico a que aludo.
En estos años, la poesía de la Diferencia se ha servido principalmente de tres suplementos literarios de prensa; a saber: Cuadernos del Sur, del diario "Córdoba"; Papel Literario, del "Diario Málaga-Costa del Sol"; y La Isla, del diario "Europa Sur" de Algeciras. Muy pocos


medios, en realidad, para contrarrestar a la todopoderosa poesía de la Experiencia, mimada por las editoriales, aupada por determinados críticos en los suplementos de mayor difusión del país y difundida en revistas y colecciones patrocinadas, en no pocos casos, con dinero público. Tal vez David contra Goliat...
No ha contado la poesía de la Diferencia, a mi parecer, con ese corpus teórico argumentado (al menos de manera sistemática), a pesar de los más que notables esfuerzos de algunos de sus principales valedores: Antonio Enrique, Pedro J. de la Peña, Antonio Rodríguez Jiménez, Fernando de Villena, Pedro Rodríguez Pacheco, Domingo F. Faílde, etc. Algunos poetas de los citados señalan a El cadáver de Balzac, de Gregorio Morales, como uno de los principales textos donde se ha conseguido sistematizar ese corpus teórico. Y creo que hemos de convenir en que la poesía de la Experiencia lo consiguió en mayor grado, seguramente porque contó con mayores medios y apoyos que la Diferencia. Las antologías principales lanzadas para aglutinar esa disparidad de voces, esa amalgama de poetas a veces de edades tan diversas como de estilos, no siempre acertaron en la solidez de los argumentos, cuyos puntos flacos fueron aprovechados por los teóricos de la Experiencia para vituperarlas. Y con esto no quisiera restar mérito o importancia a los dignísimos intentos que en ellas se llevaron a cabo para mostrar al país la riqueza y diversidad de la poesía española, o andaluza en su caso, de estos años. Esas antologías fueron esencialmente: las de Antonio Rodríguez Jiménez: Elogio de la Diferencia (Antología consultada de poetas no clónicos) (1997), y la de José García Pérez: Y el Sur (La singularidad en la poesía andaluza actual) (1997). Los nombres de las editoriales, los suplementos literarios, los críticos y las revistas a través de las cuales se ha difundido la poesía de la Experiencia son de todos conocidos, por los que no voy a referirlos aquí.

De lo imposible a lo verdadero recoge, no en todos los casos con idéntica fortuna, una muestra de la obra poética de catorce poetas, cuyos nombres son: Pedro Rodríguez Pacheco, Manuel Jurado López, Pedro J. de la Peña, Carlos Clementson, Juana Castro, Domingo F. Faílde, Ricardo Bellveser, Antonio Enrique, María Antonia Ortega, José Lupiáñez, Fernando de Villena, Concha García, Alejandro López Andrada y Antonio Rodríguez Jiménez. Esa muestra va precedida de una ficha biobibliográfica de cada autor, así como su poética personal y concluye con una selección bibliográfica sobre él.
A juicio de quien esto escribe, la poesía de la Diferencia pasará, quizá, a la historia como un movimiento regenerador y antimonopolístico de nuestra poesía en la década de los noventa. Albergo mis reservas sobre el éxito que tuvo en sus intentos en consolidarse como tendencia poética o corriente alternativa; pues en la raíz misma de su diversidad y en la disparidad de las voces que intentó aglutinar, tanto por las diversas generaciones de los poetas que atrajo como por los estilos que representaban, radicaba su imposibilidad de consolidarse como tal. Muchos poetas valiosos de estos años no se adscribieron a ninguna de las dos trincheras y su obra no debe ser, por ello, marginada, ninguneada o condenada al ostracismo. Si así fuese, la Diferencia podría incurrir en una de las mayores injusticias que denunciaba y por las que tanto luchó.

José Antonio Sáez.