Volver
Poemas
Poeta del mes

 

 

 

 

NATURALEZA DE LA NUBE

Para el asceta jansenista Milton Worner, las nubes están ahí esperando el día del juicio terrible. Ellas, liberadas entonces de su servidumbre por el Reino de la Palabra, servirán de soporte a la ascensión de los justos y condenarán los azules de un cielo ya inútil al silencio final.
Al parecer, el poeta italiano Paulo Strozzi, en su juventud, hacía durar el tiempo del amor tanto como tardaba una nube amiga en cruzar el marco visual de su ventana.
En el Museo de lo Milagroso y lo Curioso de Évora, se exhibe, junto a la momia apergaminada y lisa de un infante de Lancaster, un tarro de vidrio que guarda prisionera la rareza de una nube diminuta. Advierte el conservador del Museo que esta pequeña nube llueve desconsoladamente todas las primaveras.

 

CREACIÓN Y MUERTE DE LA NUBE

Dicen las escrituras Tantras: «En el principio fue la nube. De su transparencia nacieron dos elementos: el ángel y el pájaro, siendo aquél padre de las cosas espirituales y éste de las terrenales». La leyenda tántrica establece, partiendo de esta génesis, dos sistemas evolutivos que llegan a crear no sólo especies y subespecies, sino fenómenos de difícil explicación en lo existente. Advierte esta misma leyenda que en el último día, ángeles y pájaros volverán a ser parte de la infinita humedad de la nube.
Para Píndaro, las nubes eran solamente alimento de los dioses, y a su piedad están confiadas.
En los mandamientos vedas hay una norma que llama la atención por su rareza, que radica en la imposibilidad de transgredirla: «No matarás a las nubes». Parece que este mandamiento nace de la creencia del profeta Kervac en la evolución de las armas, y en la seguridad de que algún día una ballesta llegaría a alcanzar el cielo. Confirma esta creencia la redacción de la norma 26, que establece: «Las leyes Y mandamientos se dictarán previendo el futuro posible».

 

AMANITA SANGUINARIA

Como insaciable es tenida esta amanita. De un hermoso y ardiente color púrpura, esta criptógama es causa de la palidez y el decaimiento de quienes practican el amor en sus proximidades.
A esta seta -cuyo aspecto sugiere la riqueza de una metáfora que atañe a un granate vital- le son de aplicación cuantas leyendas traman el mito del vampiro.
Lucrecia Borgia -para que la lividez de su cutis realzara la pasión de sus labios- solía descansar en los atardeceres romanos sosteniendo entre sus senos la levedad de una de estas amanitas. Siglos más tarde, en pleno escándalo romántico, el escultor Andrea Visconti es detenido por el crimen de haber dado muerte a dos jóvenes a las que sometió al hongo «para admirar en sus cuerpos la elegancia nívea del mármol".

Al inicio de la página
ORQUÍDEA INMACULADA


Monseñor Tarsicio de Paredes y Osuna, Obispo misionero de la orden Franciscana, observó en Potosí la tenacidad y empeño con que florecía en algunos sagrarios la blancura transparente de una flor exótica. Su hallazgo provocó el hábito entre muchos neófitos de comulgar de esta bellísima bulbosa.
Un breve de Gregorio XV puso fin -prohibiéndolo- a la cuestión teológica sobre la permisión o no de gustar de la hermosa parásita de lo sagrado. Sin embargo, en el Archivo Nacional de Bolivia se conservan los procesos inquisitoriales contra aquellos que hicieron de una orquídea -hoy desaparecida- un culto deísta.


Del libro "Cosmología esencial"
Edición de José Ángel Cilleruelo.
DVD ediciones. Barcelona,2000

HOMENAJE A UN POETA ANDALUZ
(a F.G.L.)

Después de la muerte del Poeta, el grito se sostuvo en el aire, y poco a poco fue cambiando su naturaleza de grito hasta convertirse en una nube terrible y amenazante. Y fue imposible hacerle descargar su furia y su odio. Se mantenía en lo alto como una masa de piedra que esperase la mano de un artista y el prodigioso esfuerzo de las palabras. Algunos aseguran que la nube llovió sangre durante treinta días, y no hubo alba, ni rosas, ni blanco en los jardines. Días ciertamente oscuros -dicen otros-, pues el espesor de aquel suceso impedía que la luna iluminase el perfil de tarjeta de la ciudad. El General, más optimista, apuntó desde el Palacio Arabe su batería de acero contra la nube intensa, y un chaparrón de esquirlas de mármol nunca visto granizó indivisible sobre las viejas cenizas de la ciudad del odio. Y como ningún milagro, ningún vuelo, ni siquiera la brisa, se sostienen durante mucho tiempo de pie sobre lo azul, el grito volvió a silbar entre alcaicerías y plazas del olvido, ya sólo como grito, como línea infinita o puntos suspensivos infinitos. Aún hoy, pasados muchos años, el grito cruza el Sur con su eco de balas.


EL AMANTE DE LAS SOMBRAS

Aprovechó su amor y la entrega para, hábilmente, apoderarse de su sombra. Con besos y caricias, con historias fantásticas en las que las islas serían testigos de su vida en común, fue despegando la sombra de su cuerpo; y ella -absorta y seducida- no notaba nada. Sólo cuando el amante huyó con la sombra, los gritos se mezclaron con las lágrimas.

(Los Amores Prohibidos, 1995)


CRÓNICA DE LA DESESPERANZA

Al amanecer, acogidos a la bruma del amanecer, bajaban en fila desde la vieja casa de los locos, una loma cercada de tedio y gaviotas. A nadie miraban. Sólo la obsesión del mar dirigía sus pasos. Ya en la playa, impresionaba verlos como canes rabiosos lamer la espuma de las olas. Allí permanecían hasta que eran apartados brutalmente del mar.
Nada dije. Sabía que el Niño Explicativo me daría la razón de todo aquello. En la distancia lo reconocí. Parecía indiferente a la escena y a sus propias palabras: Sólo el agua de mar -dijo- los mantiene locos y azules, más allá incluso de la muerte.


Nunca pudo peinarse. Su cabellera, pelirroja, ardía como la ilusión recién creada de un pozo de petróleo. Su pelo era una zarza de rojísimo fuego, y ella estaba feliz porque algunos muchachos la trataban respetuosamente, tal si fuera la luz que arde a la memoria de los héroes. Sin embargo, los más osados, que eran también los más hermosos, no dudaban en encender sus rubios cigarrillos en aquella inconsolable llama.

(Los Oficios Del Sueño, 1992)

Al inicio de la página


Tenía la belleza de los tibios de corazón, la palidez de los lujuriosos, y un amor desmedido por los pájaros. Desnudo, gustaba -un hábito secreto de quien padece insomnio- probarse alas, artificiosos aparatos trenzados con paciencia, aunque su verdadera pasión eran los atardeceres marinos: ¡Ver ahogarse la tarde!, decía como quien señala la destrucción del tiempo.

HOMENAJE A UN POETA LATINO

De niña, sostuvo la agonía de un pájaro en su mano.
Muerta el ave, en los dedos siguió sintiendo el corazón del animal en el alado unirse con la nada.
Algunas tardes, en las luces más tenues de la ancianidad (aquellas que ni siquiera trazan sombras), abría las ventanas esperando un vuelo inalcanzable.

(Los Oficios del Sueño, 1992)

LA PASIÓN DEL HÍBRIDO

Su madre había sido una cebra, y él hacía todo lo posible por disimularlo. Generalmente se colocaba allí donde la luz juega a hacer paralelas con las sombras. También, como conviene a los híbridos de cebra y hombre, sus trajes eran rayados, y sus palabras. A veces, si nadie lo veía, retozaba en el parque. Le gustaba sentir la proximidad de la yerba, la humedad siempre amanecida de los pastos. Y cuando llegaban las amables muchachas que suelen traer los días felices, también él las miraba con codicia. Alguna vez -decía- tendré una muchacha para mí solo. Pero al decirlo, pensaba en la grácil armonía de las cebras y, aun confuso, se sentía feliz.

(Los Amores Prohibidos, 1995)

La conocí en la playa, y al poco estábamos sentados frente a frente en una pequeña pérgola de claridades y bebidas gaseosas. Charlábamos de tal manera que por un momento temí haber agotado el diccionario. Mas, un diccionario puede decirse cuantas veces se desee, y volvimos a charlar, ahora con las palabras más hermosas y felices. Sin que lo advirtiera empezó a oscurecer. Incluso el mar era una mancha de misterio moviéndose en un horizonte dominante y lineal. Pensé tener una metáfora luminosa para ofrecérsela; iba a hacerlo cuando descubrí que también ella había anochecido, y que en la suavidad adolescente de su piel azul, los astros y constelaciones brillaban de una forma única y, tomándola de la mano, preferí hacerme cómplice del silencio.


(Los Oficios del Sueño, 1992)

PRESENTIMIENTO

De pronto se oyen gritos. Sombras de gente corren para evitar un suceso que parece terrible.
No me opongo, lo que no acontezca en este sueño ocurrirá mañana.

EL QUE CORRE TRAS EL RÍO

Vi a un muchacho que corría a la orilla de un río. Corría siguiendo la dirección de las aguas, y tropezaba frecuentemente con los chopos.
- Adónde vas- me atreví a preguntarle viéndole tan angustiado.
Y él, con voz entrecortada por el llanto, me respondió:
- En busca de mi reflejo, que se lo lleva el río.


EN el centro de la calle, absurdo y triste, un niño pela una manzana. A medida que va pelando la manzana, la luna en su distancia mengua.
Nunca podrá terminar este niño su trabajo. En sus manos de marfil, la manzana crece hasta hacerse una luna llena y luminosa.

Al inicio de la página