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Crítica
Crítica

 

 

 

Panorama de la poesía andaluza desde la posguerra hasta la actualidad

Abel Feu

Ed. Consejería de Educación.y Ciencia de la Junta de Andalucía
Sevilla1999

Un fenómeno sorprendente de la poesía española de la actualidad es sin duda la proliferación de voluminosas antologías y concienzudos y ambiciosos estudios. La cuestión no tendría mayor curiosidad si hubiese lectores de poesía o si los medios de comunicación le concedieran alguna importancia a este género, por lo demás en crisis permanente desde el principio de los tiempos, pero siempre caudaloso y fundamental.
Una de las últimas obras de carácter antológico que han saltado al usufructo público, ha sido Panorama de la poesía andaluza desde la posguerra hasta la actualidad, del poeta ayamontino Abel Feu, que, como sugiere el título, se concentra en la poesía andaluza escrita en los últimos tiempos. Lo de los últimos tiempos lo escribimos con deliberada ambigüedad no exenta de ironía, pues términos como posguerra o actualidad concentran en sí una dosis importante de vaguedad, y si acaso pudieran ser medianamente operativos en una conversación de bar, resultan cuando menos poco apropiados para acotar y rotular con ellos un estudio con pretensiones.
En todo caso y dicho con la mayor rotundidad, pese a la buena vecindad que siempre he sentido y siento por Abel Feu, uno de los jóvenes poetas andaluces que con más placer he leído, el mayor inconveniente del libro es que, desde sus propios postulados teóricos, es por completo prescindible. Dicho con otras palabras: francamente no aporta nada al estudio de la poesía española o andaluza del período 1939-2000. Nada que no hubiera afirmado Fernando Ortiz en su obra La estirpe de Bécquer y nada que posteriormente Elena Barroso no hubiera desarrollado en la antología Poesía andaluza de hoy (1950-1990), de la que a veces parece un simple calco (examinen, si no, los autores estudiados en una y otra). Quizás Abel Feu se haya dejado obnubilar en demasía por una línea de trabajo que es sin duda interesante, pero que a pesar de mantener pretensiones prematuramente canónicas, no puede considerarse en modo alguno la única, ni siempre la más generosa o fértil.
Si, en efecto, una de las corrientes poéticas andaluzas podría estar enjaezada, grosso modo, por los excelentes José Antonio Muñoz Rojas, Manuel Mantero, Fernando Ortiz (que acuña para esta corriente el término de central), Javier Salvago, Felipe Benítez Reyes..., que hunden sus raíces en el formalismo y en la elegía, no es menos cierto que tal corriente ha coexistido y se ha trenzado y vertebrado constantemente con otras vetas o tradiciones a veces de sentido contrario, como puede ser la irracionalista, que según Feu tiene un carácter episódico, y en la que figuran experiencias tan interesantes como las de Carlos Ortega, Ory, Soto Vergés, Talens, Fdo Millán, el recientemente fallecido Pérez Estrada, Concha García, Fernández Rojano... Tampoco faltan autores que a lo largo de todo este tiempo se hayan decantado por un inequívoco compromiso social y en cierto modo existencial, que forman también una corriente que, con altibajos, no se interrumpió (pensemos en Julio Mariscal, Juan Delgado, Lombardo Duro, Fco. Domene o los últimos Feroces, andaluces muchos de ellos) y que en el panorama de Feu ni siquiera se contempla. Algo parecido podría concluirse de la poesía de corte rural y/o paisajística, que en nuestra región es fecundísima, con autores de la talla de Muñoz Rojas, de nuevo Mariscal, Julio Alfredo Egea, Vicente Núñez, Juan José Ceba o los más recientes José Antonio Sáez y Alejandro López Andrada....
El panorama descrito por Feu es un panorama muy concreto -sic- que no permite al curioso lector mantener una visión amplia (como se desprende del título) del período 1939-2000 de la poesía andaluza. Y es que acaso olvida Feu, que una de las soportes vitales de la poesía andaluza de este siglo haya sido la de la confluencia, entrecruzamiento y diálogo entre diferentes posiciones estéticas, tradiciones y corrientes, todas las cuales han coadyugado al enriquecimiento y a la superación de altibajos de la muy rica poesía andaluza.

Por otro lado en la documentación de Feu se notan lagunas importantes que resienten el trabajo, como lo demuestra el que tres de las provincias andaluzas están prácticamente ausentes del Panorama y no por falta de valores, sino por aparente desconocimiento del autor. Valgan dos puntuales ejemplos: para hablar de Almería (escasamente representada), no refiere en su bibliografía, ninguna de las dos antologías rigurosas -probablemente las únicas que se hayan escrito sobre esa provincia- firmadas por Sáez-Domene o Fco. Domene, sino a dos libritos que, frutos de lecturas puntuales, tienen un escaso valor antológico. En Huelva no menciona al que es, hoy por hoy, el mejor estudio-antología que se ha escrito sobre el tema: Historia de la literatura onubense, de Baena Rojas y Sánchez Tello, en el que encontramos, entre otros, a tres poetas que hubieran merecido mejor suerte en su panorama: De Lara, Juan Delgado y el ya fallecido Jesús Arcensio, uno de los poetas imprescindibles en una evaluación serena de la poesía andaluza del XX, inexplicablemente ausente.
En el aspecto siempre peliagudo de las presencias/ausencias, uno tiene la impresión de que Feu se deja arrastrar excesivamente por sus propias afinidades y demasiado por el aura de la muy cercana editorial Renacimiento. Un ejemplo: para hablar de la poesía andaluza de los setenta, lo hace sobre el eje Jerez- Granada-Sevilla (que en el fondo es, salvo alguna memorable excepción, el encuadre geográfico de todo el libro), desde la sola mención figurativa, silenciando rotundamente no sólo los espacios geográficos que quedan fuera del mencionado eje, sino las otras estéticas que se desarrollan durante el período. Uno puede entender que Feu se sienta mucho más cerca de Salvago que de la Rossetti -ambos del 50-, pero pasar por alto la importancia que la gaditana ha tenido en la poesía femenina -pero no sólo la femenina- española de los últimos tiempos, es difícil de explicar. Y así quedan desdibujados o ni siquiera mencionados autores como Amaro, Antonio Enrique, Faílde, Lupiáñez, Ceba, Cobos Wilkins, Justo Navarro, Fdo. Merlo... dueños todos ellos de voces de interés y, sobre todo, que responden a otras vetas y tradiciones que hubieran abierto considerablemente el panorama.
Igual sucede con la poesía de los ´90, en la que sólo se da relevancia a los acogidos a los marbetes de la llamada poesía de la experiencia, y en la que otra vez se centra casi con carácter exclusivo en uno de los márgenes geográficos de la desembocadura del Guadalquivir. Es un error, y no por extendido deja de serlo, considerar la poesía andaluza de los 90 con parámetros meramente figurativos: como ya he apuntado, la grandeza de la poesía andaluza también de este período es su carácter abierto, de convergencia y discusión entre las diferentes estéticas, que a pesar de sus enconos ha sido capaz de alimentar en los últimos años una indiscutible convergencia. Nombres como José Antonio Sáez, Fdez Rojano, Aguado, Aurora Luque, Sarria,... hubieran aportado cuando menos variedad, exactitud.

En resumen: el panorama que nos describe Feu adolece de cromatismo y se concentra en una visión muy estrecha de la compleja y colorista poesía andaluza posterior a la Guerra Civil, que si bien es la suya, no apunta nada que previamente no estuviera dicho e incluso redicho. Un trabajo, pues, prescindible que no corrige ninguno de los vicios y ópticas ampliamente publicitados en la crítica española y andaluza de los últimos tiempos.

Manuel Moya

 

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