VICENTE MUÑOZ

 

LAS SALAMANDRAS



Miraba de cerca la fotografía

de las salamandras negras y amarillas

coleteando en aquel charco,

cuando de pronto el papel comenzó

a abultarse entre mis manos

a hincharse, a cobrar vida,

y las salamandras se movieron

bajo el agua y empezaron a salirse

de la foto y a escurrirse

con su tacto frío y gomoso por mis dedos,

una tras otra, una tras otra, una tras otra,

hasta que al final cesó el borboteo

y la foto se quedó totalmente vacía,

un charquito de aguas claras,

y las salamandras negras y amarillas

se perdieron con sus torpes pasos lentos

en la ominosa serenidad del cuarto oscuro.







SOUVENIR



A Manuel Moya



Era una tarde de lluvia cualquiera en La Rochelle

y mi chica y yo buscábamos la perla

deambulando sin rumbo por las calles.

Los mástiles de los barcos se agitaban en las aguas

y junto a los muelles una pareja

de saltimbanquis melenudos hacían piruetas,

y suplicaban luego de la gente unas monedas.

Pero todo el mundo parecía estar

cansado o hipnotizado o muerto,

como en esos cuentos de hadas tristes

que sólo a veces nos cantan de pequeños las abuelas.

Y entonces, súbitamente, pudimos ver la magia.

Fue en el interior de un bar extraño,

llenos de mesas verdes y cubos de madera

y tipos barbudos que hablaban y bebían

y parecían estar preparando una revolución.

Allí estaban con sus vasos de vino rosa o tinto,

fabricando calor con aspecto de escultores locos.

Así que mi chica y yo también bebimos

y nos llenamos la cabeza con su magia

y descubrimos que en el lugar menos pensado

puede brillar la perla azul.

La cuestión no es el tiempo o el espacio

sino el color del cristal a través del cual se mira.







POR EL SISTEMA





En un mundo donde los cuerdos

sueñan con comprar lo antes posible

un piso a plazos

celebrar una gran boda y tener hijos

en un mundo regido por la televisión

por la competitividad

por el consumo

en un mundo de fútbol y farsa

de estar en el lugar justo

en el tiempo adecuado

en un mundo de policías y mafias

de chabelis y trepas

de flamantes coches y abogados

escribir poemas como este

es hacer terrorismo de estado.