PURA LÓPEZ



ATRACO



La calle era tan larga y tan oscura;

los suyos la esperaban con la cena caliente.

Un muchacho de apenas quince años,

una navaja, el hielo en la garganta.

Cayeron en la huida

las gafas, un pañuelo, objetos personales.

De cuarto en cuarto, sólo

las campanadas se oyen de los fríos relojes.

Habita ya el pasado. El silencio se espesa:

la luna llena su última mirada.




DERRUMBE EN LA CHANCA



Soñaba que los cerros golpeaban su pecho

mientras que todo el aire se transformaba en polvo,

lo sacudió la angustia cuando fue a gritar madre

y su voz era tierra.


A eso de las seis, a causa de la lluvia,

se desprenden del monte unas piedras enormes

que aplastan tres viviendas.

Las noticias locales lo han dado de pasada

-entre café, tostadas y zumo de naranja-

para seguir hablando de cosas importantes.

Como cualquier mañana la vida continúa

retomando su curso. Aquí, en el Hospital,

-entre verdes y frío- Antonio se despierta

magullado y perplejo. Aún no se reconoce

persona preferente en cuestión de injusticias.





APOLO XXI



Era joven y hermoso

y amaba los placeres y lo probaba todo.

Sin darse cuenta casi, con viejos refinados,

se vio envuelto en redes de amores sodomitas.

Cuando quiso salir estaba ya hasta el cuello.


Apareció un buen día desnudo y empalado

de sol en la escollera.